“Desde sus comienzos — cuando era alumno del taller del profesor Roberto Volta— la pintura de Carlos Vico Lacosta se definió por una técnica estrechamente vinculada a lo humano, lo social, lo religioso, y también a veces a una simbología de carácter personal.
En sus obras podemos distinguir dos etapas que no se alejan para nada de los tópicos expresados anteriormente. La primera de ellas se caracteriza por un pronunciado clima de “inmaterialidad de lo matérico”, de mensajes que buscan acercarse a lo espiritual. . El propio artista lo define como un “período místico” y en él se destacan obras como “cristo” o “la última cena” En un segundo momento encara el tema de los mitos griegos. Una personal mirada donde el nudo argumental de los antiguos mitos helenos se une a elementos tomados de la cotidiana realidad del pintor.
Posibilidades de expresión...
Ferviente defensor de la pintura de caballete, pero abierto a las nuevas técnicas y materiales, nos dice al respecto en un artículo que abría una de sus muestras, y que habla por entonces de los nuevos “movimientos”:
“Los conceptos y las formas del arte han ido modificándose a través de la historia. Los grandes pintores clásicos han intentado y logrado reproducir fielmente a la naturaleza, la armonía y perfección de la forma humana, la belleza de la arquitectura. Nos dejaron un legado de respeto y perfección que sigue causando admiración aún hoy, y ha servido de inspiración y escuela a futuras generaciones de artistas.
El siglo XX rico y variado en estilos pictóricos, encuentra al artista plástico en una frenética búsqueda de la originalidad queriendo romper aquellos esquemas clásicos, y hemos visto pasar diferentes movimientos. Algunos sin pena ni gloria, nos han dejado un regusto de desconcierto gracias a una filosofía que daba absoluta libertad en el uso de los materiales. Así, una lata abollada y unos trozos de vidrio pegados sobre un lienzo se transformaban en “una obra de arte”. Pero la noción de armonía y belleza, instintiva en el ser humano, ha hecho de estos estilos algo fugaz, propio de una locura momentánea o el snobismo. Afortunadamente, este siglo ha tenido también sus transgresores talentosos que impusieron con fuerza su estilo y marcaron a toda una época. Ya en el umbral del nuevo siglo la búsqueda continúa. La computación, la robótica, los viajes espaciales, los cambios sociales a nivel mundial, imprimen su nota en las artes plásticas. La tecnología, la enorme variedad de materiales y herramientas, nos permiten a ilustradores, pintores y escultores, infinitas posibilidades de expresión…”